"La tosca factura de estos guantes oculta la fuerza que otorgan. Es evidente que Gohr no era un artesano, pero sería de necios ignorar la eficacia de su trabajo".
—Libro de utensilios de Barrett

"Si no muere de un golpe, propina dos".
—Proverbio de la Tribu del Oso

"El clamatormentas regresa día tras día exigiendo ver el Árbol. Se golpea el pecho y demuestra sus poderes, pues se niega a creer que nunca será el elegido".
—Extracto del diario de Gulyas

Pocos escaldos recitan aún la saga de Björnfang, la historia de los primeros osos que poblaron Santuario. El último renglón del relato dice: "Quien empuñe el diente de Björnfang se tornará así en sus fauces".

"¿Vas a dejar que te venza el miedo o lo arriesgarás todo en busca de entendimiento? A fin de cuentas, la muerte no es más que la moneda con la que pagamos la vida".
—Zurke

Un roce tan gélido que para el corazón y congela hasta el alma.

Quien lleva estos guantes, fabricados con los fragmentos del caparazón de Duriel, o recibe un golpe de ellos sufre una intensa sensación de agonía, como si estuviera pasando la mano por un millar de cristales.

"¿No lo oyes? ¡¿No oyes el grito incesante de la fría tierra bajo tus pies?! ¡Están ahí abajo, atrapados, ciegos de rabia! ¡Esperando para arrastrarnos a las profundidades!".
—Delirios de Gugstav el Loco

Otra víctima de las garras del artista sanguino.
Un cascarón seco bajo el cielo mohíno.
Adiós a la vida, sin sangre en las venas.
Es el abrazo del crúor y sus eternas cadenas.

Unos zarcillos oscuros envuelven vorazmente la superficie de estos guantes, como la hoja de un asesino en busca de una vida en una noche sin luna.

Después de volver a Santuario, Inarius buscó el modo de regresar a los Altos Cielos. Su primer paso consistió en prender de nuevo la llama de la religión que había abandonado milenios antes: la Catedral de la Luz.

El ansia de superar a Esu llevó a Naridan a convertir el antiguo pueblo de Cagrim en un infierno con sus temerarios encantamientos. Solo quedaron los guanteletes: una solemne advertencia para quienes osan domar el fuego.

Pese a las bendiciones de la luz, incontables Caballeros Penitentes han caído masacrados a manos de las hordas infernales. Los restos de su equipo de acero yacen desperdigados por los infiernos… como luces menguantes en medio del caos.

"El dominio de la magia de sangre que ejercía el infame nigromante Gaza-Thul era indiscutible. Muchos sospechan que, a su muerte, se usó su piel para confeccionar esta armadura sobrenatural".
—Libro de utensilios de Barrett

Los magos vampiros de élite llevan estos guantes de suavidad sobrenatural cuando manipulan objetos forjados por humanos y mancillados por la luz.

El duro cuero protege las manos de las perforaciones.

Estos guanteletes, que ardieron en las llamas del combate durante los Días de la Ceniza de antaño, se forjaron en los fuegos de Astaroth y se templaron después en la sangre de los héroes.

Aquellos monjes necios que explotan su entrenamiento en su beneficio personal son desterrados del Monasterio Suspendido y forzados a vagar por las duras e implacables tierras lejanas.

Aquellos monjes necios que explotan su entrenamiento en su beneficio personal son desterrados del Monasterio Suspendido y forzados a vagar por las duras e implacables tierras lejanas.